lunes, 3 de enero de 2011

EL ETERNO AMIGO GAY (eliminando lo de Gay) por [NaughtyBear]


M aquí, y allá… allá N por ahí ¿Eh? Ah, sí. Heme aquí tratando de escribir un nuevo post, pero a medida que más y más recabo en mis recuerdos, anécdotas y demás, me voy dando cuenta le hace falta un poco más de emoción a este viaje en mulita por las calles de Las Vegas llamada “vida”, y de la cual debo hacerme cargo.

Entonces comencé a cavilar sobre tópicos que podrían ser un tanto comunes entre algunos lectores. De esa manera fui anotando posibles títulos.

LA NOCHE EN QUE NO LA PUSE
Para muchos, esto ya cuenta como vida
Did you mean “las noches” (too long, do not read)

LA AVENTURA MÁS GRANDE DE LA VIDA
El día que sobreviví encerrado en la ofi por 3 horas. Sin comida y sin agua.

DIAS DE NOSTALGIA
Revisando mi cartucho de Pokémon Yellow, viendo los bichos que atrapé y las ciudades que recorrí.

LA BATALLA FINAL (¿?)
La dieta y los ejercicios que nunca hice y debería de hacer.

Al ver que este método no funcionaría, decidí revisar fotos y así poder recordar alguna anécdota perdida por allí, para así poder convencerme de que la vida no es solamente la que tienen los famosos y que todos estos años fueron invertidos y no puestos en una caja de ahorro sin intereses y en un banco quebrado.

Lindos pibes con quienes reunirse
La tarea me llevó bastante tiempo, eran miles las fotos que tenía: fotos de escuela, colegio, facultad, laburo, paseos, san juan, bar mitzva, fiestas del KKK (nunca supe que era KKK, pero adoraba esos trajes blancos con bonete tipo Gasparín), olimpiadas, bailando por un sueño, torneo de ajedrez, baby shower (nos disfrazábamos de bebés y nos metíamos duchas al puro estilo miss remera mojada, divertidísimo), etc. En una foto de mi colación del bachillerato, veo una chica a quien no reconocía y que me parecía muy linda, “¡Wow, bebé! ¿Quién diablos es?” me dije a mí mismo. Al fijarme mejor, me di cuenta que era Jazmín, quien fuera mi gran amor de colegio. (¿Podía ser tan pelotudo y no reconocerla?).

Y ahí nomás estaba ella, hermosa como ella sola. Al sólo ver la foto podía sentir su suave perfume, sentir la frescura de su piel, recordar la profunda mirada de esos enormes ojos, ella sentada en la mesa del pupitre, su cabello iluminado en ese contraluz generado por la luz que entraba por la ventana del aula, y yo mirándola desde abajo, sentado en la silla, embobado ante tanta belleza. Me fui al carajo.

Un peligro para tu vida sexual y sentimental
Fuimos compañeros desde el 4to. Curso (hoy en día 1er. Curso de la media… si, soy viejo, y tengo mucha más experiencia que vos, así que no te rías… soy todo un pro en cagarla), yo siempre la veía de lejos, pues como todo pelotudo-semi nerd del colegio, acercarme a las chicas era toda una odisea. Un día en el recreo, la vi cuchicheando con Sarah, la que vendría a ser su mejor amiwis en la vida de colegio (seguro que más adelante algún que otro novio le habrá birlado la muy turra). Cuchicheaban y me miraban, yo mientras tanto procedía a ponerme en modo camuflaje con un tomate. Se levantan para caminar y vienen hacia donde me hallaba. Sarah sin tapujos me dice frente a ella “¡Jazmín se gusta de vos!” y se ríe. Jazmín algo sonrojada la pellizca a Sarah en el brazo. Yo, tratando de descontracturar todos los músculos de mi cuello, cito a Huckleyberry Hound y digo “Mejor huyamos por la izquierda”. Todo un galán.

Estando en clases, me di cuenta que pude haber dicho algo más inteligente que “Mejor huyamos por la izquierda”, algo como “¿En serio? A mi también me pasa lo mismo, ¿qué te parece si hacemos algo al respecto?”, pero no. Entonces comencé a darme de topetazos contra el banco. La profe de física, que se hallaba dando clases en ese momento, detiene su explicación para decir “¿Le parece muy complicada la lección, señor Gómez?”. Todo el curso ríe por lo bajo. “Es que nunca aprendo” dije en voz alta. El curso ríe por lo medio. “¡Ah! Supongo que si prestara atención sería más fácil” dice la profe. “¡¿Atención a qué?!” grité desesperado en medio de la clase. El curso ríe por lo alto (cago de risa). Queda de más decir que me gané un ticket directo a la dirección por “irrespetar a la profesora en clase”.

De alguna forma, esa “conversación” con la profesora en clases se me quedó grabada inconscientemente, y decidí prestar más atención. A qué prestar atención era la gran incógnita. Comencé a observarla, a ver lo que hacía, con quienes se juntaba, trate de determinar que le gustaba, a donde iba, un perfecto stalker. Lo malo es que nada eso me sirvió, pues tengo tanta vocación de encarar a una mina como Mike Tyson para hacer manualidades. En las escuchas que realizaba ocultándome bajo las escaleras donde se quedaba a hablar con Sarah, escuché que mencionaba mucho a un tal Sebastián. “Sebastián tiene buen gusto. Sebastián sabe lo que una quiere. Sebastián esto, Sebastián aquello”. ¡¡Sebastián mis polainas!! ¿Quién diablos era ese Sebastián? Al notar demasiado interés de ella en este personaje sentí con que mi corazón se convertía en una uva pasa, miré hacia el cielo para preguntar al altísimo algo que al final no supe que era, pues fui interrumpido por la profe de Física que pasa por ahí, y al verme me dijo “¿Está interesante el panorama desde ahí abajo? Viendo que estaba bajo la escalera mirando hacia arriba supuso que estaba mironeando debajo de las polleras de las compañeras que pasaban. Segundo viaje a la dirección.

Algunos no saben que lo son
Al sentir que la situación ya no tenía sentido, decidí alejarme, evitar todo contacto con ella, aislarme y dejar que todo lo que sentía por ella muera lentamente y se evapore en el… ¡¡DIOS MIO, que dramático que era!! (Ahora entiendo muchas cosas -_-u), o sea, me comporté como un verdadero pelotudo, resentido y exagerado.

Algo asi funcionaba
Era más que evidente que todos sabían que yo gustaba de ella. Cuando ella estaba cerca trataba de hacerme el más gracioso para que todos rían y sobre todo, ella ría. Pero dejame decirte algo, tontito: Los simpáticos - si encima son gorditos – son los eternos amigos de las chicas. Si pretendes levantar a una mina hace bromas tipo “Que lindas nalgas, y yo con estas palmas que le calzan”, o “Que lindos ojos tenés, sería maravilloso que me miren mientras me haces un pete”. Con esas bromas ganás, y no me digan que no. Pero, mis bromas eran del índole de “Papá, papá, ¿las cucarachas caminan? No mi hijo. Entonces me comí un chocolate”… eeehh, no era así. Pero en fin, la idea es esa. A parte, cambiaba totalmente mi forma de ser en su presencia. Yo era como el perro de Pávlov y ella mi campana, omitiendo la parte de la baba, claro (Wikipedienlon).

Pero eso ya no volvería a pasar, no señor. Cuando había tareas ella se me acercaba a pedir que le explicara la lección, ¡claro, el estudioso le dará todos los trucos para que ella no haga esfuerzo! ¡Anda pedile a Sebastián! A la salida, como era tarde me pedía que la acompañara hasta la parada a donde nadie más iba, ¡claro, el embobado se arriesgaría a ir solo con ella por más que ahí no pase su bus! ¡Anda pedile a Sebastián! Cuando había trabajos prácticos que tenían que hacer juntos, ella me decía que vaya a su casa y que estaríamos tranquilos, porque ni su papá ni su mamá estarían, ¡claro! soy yo quien debe hacer el esfuerzo de ir hasta su casa que queda en la loma del quinoto y no e…  un momento… fuck…

La actitud de evitación no duró mucho. Se acercaba ya el final del colegio y comenzaba a desesperarme basándome en el hecho de que podría no volver a verla (estoy hablando de una época en la que el celular era para pocos y ni siquiera el Orkut existía todavía… oh, si… que precaria época la nuestra). Una de las últimas oportunidades que tenía para verla fue en una fiesta que se organizó en la casa de un compañero. Era una de las últimas chances, era al todo o nada.

Oh! she's so hot! fap fap fap
No soy de ir a fiestas y mucho menos de bailar. Mi juventud fue una eterna estadía en The Mushroom Kingdom al son de The Dark Side of the Moon, rodeado de grandes féminas de la talla de Lara Croft, Chun Lee, Daphne de Scooby Doo y la Princesa Peach. El ir a una fiesta bailable era una experiencia tan traumática como que se te rompa el pantalón estando en la fila de la escuela cantando el himno, y encima te cagues. Igual, me armé de coraje y fui. No sabía a que abstenerme.

Conseguir ropa para fiesta fue toda una misión. Todas mis ropas son remeras de grupos de antes o con motivos de videojuegos, vaqueros desgastados, etc. Pedí socorro a mi hermano, que si tiene más experiencia en el ramo. Lo malo es que con lo desfachatado que es, no le quedaba ninguna ropa limpia, y lo único que tenía a mano era una camisa ajustada al cuerpo, color rosado. “Estás loco” le dije “¡Naaaah! Man, con esto levantas más que Ricky Martin” (eran otras épocas). Me puse la camisa (todo un chorizito) y salí raudamente.
Ricky Martin eran los de aaaaantes


Ni bien llegué, el dueño de casa se extrañó porque haya ido. Pasé a la sala y veía como unos compañeros se movían como monos epilépticos detrás de las compañeras al ritmo de “Mayonesa, ella me bate como haciendo mayonesa”. Nada de ello me importaba, sólo quería encontrarla a Jazmín. A medida que avanzaba, sorteando latitas de cerveza vacías, globos y algún que otro vómito, siento que alguien me ataja del hombro. Volteo y me encuentro cara a cara con un pibe que me dice “¿Qué hacés, lindo? Nunca te había visto por acá…” (hoy día tiene mucho sentido lo de “levantar más que Ricky Martin”) Sin saber que hacer, le digo “Eeeeesssteeeee… me voy al baño”, y desaparezco entre la gente.

Algo así era Sarah... bueno, no... pero podría ser
Entro a una pieza asustado y recostado contra la pared para evitar cualquier sorpresa. Sin darme cuenta me puse al lado de Sarah, la amiga de Jazmín. “¿Qué te pasa?” me preguntó mientras me tomaba de la mano. “Nada, nada. Me pegué un susto nomás” le digo. Ella, en un gesto atento me dice “Vení, vamos a sentarnos acá y contame”. Nos sentamos en una cama (entré a la recamara de quien sería el hijo menor de la casa, imaginen el cuarto de un pibe de 5 años… ¿ya? Bueh, ok, eso). Al darme cuenta que estábamos sentados en una cama, comencé a ponerme un tanto nervioso. Sarah, hablándome muy de cerca – y pudiendo yo sentir en su aliento que se había tomado hasta el colectivo – me dice “No tenés porque asustarte, es una fiesta nomás… todo puede pasar”. Yo simplemente quería saber donde estaba Jazmín, y la situación con Sarah me estaba comenzando a poner incomodo. “¿Jazmín vino?” le pregunté titubeando. Sarah, llevando mi mano sobre sus pechos me dice “No sé, pero yo estoy acá”. En ese momento era una tonta, tonta, tonta palomita que no podía visualizar la partuza que tenía en frente (Sarah no estaba nada mal), y lo único que quería era zafar de la situación. Cuando Sarah se dispuso a atacar (pea he’ise, okambuse che jurure), lo esquive como la gran matrix y me lancé sobre las figuritas de acción de Star Wars que estaban en la cabecera de la cama, “¡¡Miraaaa, figuritas de Star Wars!!” le dije. Ante tal desaire, y ella bastante fastidiada, con veneno me dice “¿Sabes qué? Jazmín esta hablando con su ex novio”. Yo quedé estupefacto, con la expresión de un michi recién aplastado por un colectivo. Y añadió una frase que creo yo fueron una especie de maldición que me tiró “Y vos, vos Gómez… no la vas a poner nunca”. Dicho esto, salí del cuarto en búsqueda de Jazmín.

Al salir de nuevo hacia la sala, veo una multitud de personas, gente bailando, tipos echando cerveza por sus narices tras un fondo blanco, chicas haciendo el baile de la botella, una de ellas sentándose sobre la botella y al pararse se la llevaba puesta, un enano echándome una mirada diabólica, señalándome y teniendo en su mano un tarro de gasoil, tipos haciendo break dance, el pibe que me había atajado antes haciéndome ojito. Pero no la veía a Jazmín.

Ejemplar del típico amigo gay
Un tanto desanimado, frustrado y un tanto saturado de tanta partuza decido salir al patio a tomar aire. Y allí, sentada en un banco del jardín estaba ella, Jazmín. Me acerco a ella y noto lagrimas en sus ojos. “¿Perdón, te molesto?” le pregunto. Ella levanta la mirada, se seca las lagrimas y me dice “No, no… para nada…” esbozando una pequeña sonrisa, tratando de tapar así su tristeza. Me siento a su lado… por un momento no sé qué decir… hasta que suelto un simple “¿Qué pasó?”. Yo no sé de donde salió, como se generó, como se gestó, pero poseo un don, un increíble don que hace las chicas que sean mis amigas (guste o no yo de ellas) me cuenten todo, pero absolutamente todo lo que les pase. Sé todos los secretos, se todas las cosas que pasaron, de quienes se enamoraron, que cosas les gustan, etc. Podría ser el típico amigo gay que toda chica quisiera tener, con la salvedad que no soy gay, pero solo eso me faltaría.

Jazmín me contó todos sus dramas, sus problemas con su ex novio quien vino a fastidiarla en la fiesta. Como todo amigo, la escuché atentamente, le di consejos, en fin. Estuvimos charlando largo y tendido… y yo en medio de todo eso, me olvidé de lo que en realidad quería decirle. Ya cuando se comenzó a sentir mejor me abrazó y me dijo “Sos el mejor amigo que podría tener, quisiera varios como vos”. Yo la abracé y ahí recordé a que había ido a la fiesta, pero ya era tarde, ya me hice con el estandarte de amigoconelquenuncadelosjamasesvaapasaralgoparaevitarfundirlaamistad. Un tanto bajoneado y confundido le digo que entraría de nuevo a la fiesta, si es que no le era problema. Ella me miro extrañada y dijo que no había problema.

Estaba con la cabeza dada vueltas y de alguna manera no quería salir perdiendo de esa fiesta. Decidí buscarla a Sarah, pero al llegar al cuarto la veo en medio de un sándwich con unos pibes que eran hermanos gemelos. Ella les decía “¡Uy, pero me voy a confundir! ¿Quién es quién?”, ellos le respondieron “¿Qué importa?” y se cagaron de la risa. Salí de nuevo a la sala para ver como perseguían a la chica que tenía la botella atorada en el… no sé. Y ahí se me acerca Jazmín con el pibe amanerado y me dice ella “Creo que no los he presentado, el es Sebastián, uno de mis mejores amigos”. Sebastián, comiéndome con la mirada me dice “Al fin nos presentaron, guapo”. Yo, que a esa altura estaba más quemado que Judas Kai después de las doce, solo atiné a decir “Mejor huyamos por la izquierda”.


Si querés levantarle a una mina, nunca te hagas su amigo antes de exponerle lo que sentís por ella. Si lo hacés podés seguir intentándolo, pero es como jugar en modo “hard”.